martes, 21 de febrero de 2012

Enchufismo


Me voy haciendo mayor pero hay cosas que no cambian.


Recuerdo cuando niño mi madre me llevaba al hospital. Muchos de los trabajadores del hospital trataban a la gente con preferencias por su modo de vestir, o por su forma de hablar. Hoy quizás no tanto pero siguen habiendo casos que me repugnan.


Ando estos días haciendo consultas en los hospitales con mi madre, ya que van a operarla de la vista. En principio nada importante, la operaran de cataratas y de glaucoma que sufre en un ojo. Debo decir que en el otro ojo hace años se operó de lo mismo y quedó muy bien.


Cambiamos de médico ya que el anterior fue con el que tuve el “percance” cuando fue lo del minuto y por culpa de ese minuto nos tuvo “castigados” 2 horas sin atendernos. Con este doctor llevaba mi madre siendo atendida nada menos que 20 años. Pero lo del minuto fue la gota que colmó mi paciencia.


El cambió fue espectacular, ya que este nuevo facultativo es una persona muy comprensiva y con quien se puede hablar. Es decir que cambiamos para mejor y visto lo visto no se como no cambiamos antes.


Hay más médicos en esa planta y la sala siempre está llena de gente. Estábamos allí sentados esperando a ser atendidos y llegó una joven acompañando a un señor que resultó ser su padre, el cual venía con una bolsa dentro de la que llevaba una pequeña botella de oxigeno y allí se sentaron a esperar también.


Cuando nos llamó el doctor y nos atendió en su consulta decidió que había que hacer una prueba. Salimos y una vez más a esperar ya que le puso unas gotas para dilatar la pupila. Y el hombre mayor seguía allí con el oxigeno puesto.


De pronto apareció una pareja de edad acompañados de una joven. No se por qué pero se les nota a las leguas que vienen a ser atendidos ya, (o yo si lo notó), son de los favorecidos, los enchufados, los que no esperan, ya que tiene un amigo que es primo de no se quien, o el vecin@ de un@ amig@ de un celaor@, o enfermer@ de turno que la busca un hueco.


Para hacer tiempo me quedé viendo la situación. La joven desapareció y al poco tiempo volvió llevándose con ella a la pareja que acompañaba. Ya está echo, me dije, van ser atendidos debido al famoso enchufismo que por desgracia sigue habiendo en este país.


Mi mal humos afloró, mi madre me decía que me callase, pero yo no era capaz, juraba y perjuraba. Es decir todos allí esperando y la gente “guapa” entra por el “morro”, maldita sea. De pronto la joven me dijo que a su padre se le iba a acabar el oxigeno, le comenté que fuese a hablar con el médico que por casualidad era el mismo que el nuestro y le contase lo que sucedía, y si quería que pasase antes que nosotros.


Ella habló con una enfermera y el doctor lo atendió al poco tiempo. Me tranquilicé al ver salir más tarde al hombre con su botella de oxigeno yéndose para su casa.


Corto fue mi estado de tranquilidad ya que al rato pasaron los “privilegiados, enchufados” con su porte alto, ocupando medio pasillo al andar y quizás diciendo (eso no lo se con seguridad), hay os quedáis esperando pailanes, y mientras los demás allí.


Pido cosas imposibles y esta es otra, pero que demonios, a mí me gustaría que desapareciesen estos privilegios con la gente “guapa” y de haberlos que sean para la gente necesitada. Como por ejemplo el señor que llevaba una botella de oxigeno.





martes, 7 de febrero de 2012

Ahorcado


Por qué lo hizo?.


Por estos lares ya uno no sabrá llevar la economía de casa, pero gobernar la casa del vecino, bueno hombre faltaría más.


Según el vecindario (grandes detectives donde los haya), fue por motivos económicos. Es decir que le debían dinero. Él tenía una empresa de construcción y acabó con su vida ahorcándose.


Al contarme lo que había pasado y diciendo el motivo yo solo hice una pregunta que fue- Y como andaba de salud?, bien, me dijeron.


No fui a su entierro ya que mi estado anímico no era muy bueno, me entretuve podando la viña que tengo en la huerta de la casa. Estando con este trabajo vino una vecina que si iba al entierro y me dijo que como era posible que una persona se quitase la vida. La muerte nos viene con un accidente o una mala enfermedad, pero quitársela uno mismo, comentaba está mujer.


Yo cogí un trozo de rama que tenía en la mano y le dije que para ella eso podría ser un trozo de rama pequeño (que en efecto lo era) pero para otros dependiendo su estado pudiese ser a sus ojos muy grande. Ella le dio más de una vuelta al tema y luego se fue.


Pasados unos días estuve hablando con alguien que me contó que los motivos que le llevaron a quitarse la vida no fueron económicos, ya que el hombre en cuestión disponía de capital suficiente. Sus obreros estaban cobrando con regularidad y sus proveedores también.


Además dijo que él no había dejado ninguna nota diciendo el porque iba a tomar esa drástica decisión. Ahora mismo se desconfía que pudiese ser debido a una enfermedad. Una enfermedad cruel y dura que se había cobrado al vida de su hijo él cual tenía 14 años. El padre había visto el sufrimiento por el que había pasado su hijo y parece ser que dijo que de sucederle a él no pasaría por eso.


Rumores, solo rumores, quizás su familia sepa el porque, o quizás ni ellos mismos lo sepan y la causa se fue con él.


Yo solo digo una cosa y es que para quitarse la vida hay que tener ya no una causa (que siempre la hay, aunque los demás no la veamos), sino que también hay que tener co...


Este hombre tenía 60 años. Al día siguiente una joven de 43 años acabó quitándose la vida de la misma forma, y otra vez más rumores.


Esta villa no es muy grande con respecto al numero de habitantes. Seremos alrededor de los 14.000 en total, pero ya son muchos lo que se han suicidado. Los motivos, no sé, quizás el clima, quizás la salud, quizás la soledad.


Recuerdo a ese hombre mayor con el cual jugaba regularmente partidas de cartas y de repente dejó de venir. Una vez vino su hijo al bar y al preguntarle por él, dijo que no se encontraba bien, cosa de viejos, comentó.


Apareció una buena tarde y como siempre jugamos la partida, al acabar hablamos un rato y yo le di ánimos para que volviese otro día y así distraerse y pasar el rato. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me dijo que lo que él tenía que hacer era matarse. Al oír eso le dije que se quitase de la cabeza semejante cosa.


A la semana siguiente se ahorcó en su garaje aprovechando que su mujer no estaba en casa. Ella era consciente que quería hacerlo ya que se lo había dicho. Pasado el tiempo un día hablando con ella sobre el caso me contó que su hombre sufría depresión. No hizo falta que me contase nada más, ya que uno que estuvo inmerso en esa enfermedad se le pasó más de una vez por la cabeza hacer lo mismo, pero quizás me faltó tener...