viernes, 6 de mayo de 2011

Se Fue


No es amigo, sino AMIGA. Lo pongo en mayúsculas por que es así, grande.

Nunca me gustaron las despedidas. Además de ella ya me había despedido, aunque no se fue cuando yo pensaba y nos volvimos a ver varías veces.

Fui con mi madre a su consulta. Nos atendió como siempre, muy bien. Cuando acabó la consulta con mi madre le empecé a hablar de mi. Ella cogió un papel y escribió en el. Yo pensaba que estaba con otro trabajo (ya que tenía la capacidad de hacerlo al mismo tiempo) y se lo hice saber. Pero no era así.

Me tendió su mano, la cual tenía un papel en el cual estaba escrito un numero de teléfono y me lo dio diciendo, “es el numero de mi móvil, no se lo des a nadie ya que solo se lo di a otra persona, te lo doy a ti por que siempre te considere mi amigo, llamame cuando lo necesites”. Esas palabras me llegaron muy adentro.

Debo decir que que ando últimamente muy sensible y con los sentimientos a flor de piel. Me cogió como suelo decir yo con “la guardia baja” y mi reacción no fue otra que echarme a llorar. Mientras lloraba miraba a ella y vi que esquivaba mi mirada. Miraba al ordenador. Creo que tampoco podía mirarme, ya que la primera vez en despedirnos fue ella la que se emociono.

Echo la vista atrás y recuerdo las primeras consultas. Ella no estaba contenta en estar aquí. Nunca lo estuvo. La verdad no me extraña nada con la “jauría humana” que tenía que atender. Estaba muy “quemada”. Digo esto por que los “borregos” de turno no hacían más que protestar. Protestar donde no debían. Es decir a ella, no a quien dicta que debe atender una persona cada 10 minutos. Ella que es una PROFESIONAL echaba con el paciente el tiempo que estimaba necesario. Pero muchas/os de estos espabilados no miraban el reloj cuando ellos estaban siendo consultados.

Los espabilados de turno quizás no sabía que esa doctora empezaba a consultar a las 8:30 de la mañana y salía muchas veces cuando llegaba el medico que empezaba el turno de tarde, a las 3. Y después, las consultas a los domicilios. Se puede decir, que no estaba “calentando” el sillón. No se como conseguía aguantar tanto, la verdad. Bueno si lo se, los ignoraba y pasaba de sus palabras necias. Muchas veces me tenía dicho a mi que no hiciese caso de esos comentarios.

Yo por aquellos tiempos me encontraba bien de salud y con ánimos, se los trasmitía a ella. Consiguiendo “arrancarle” alguna que otra sonrisa. Siempre que me decía que estaba harta de estar allí y que si encontrara algo en otro sitio se iría. Yo le decía que ni se le ocurriese marchar. Como iba a dejarme a mi solo, ella se reía.

Mi relación con ella siempre ha sido buena. Sabía de mis problemas y siempre me brindó su ayuda. Tanto a mi, como a mi madre. Cuantas llamadas le tengo realizadas, (que también eran consultas). Y ella diciéndome lo que debía hacer y prestándome su ayuda. Creo que sino fuese por ella no podía haber echo el curso que hice de 7 meses.

Uno puede ser muchas cosas, pero lo que si es seguro, es ser agradecido. Siempre le estaré agradecido por todo lo que me ayudó.

Hay personas que pasan por la vida de uno y dejan huella. Ella es una, me acordaré de su persona y la tendré siempre en un rincón de mi corazón.

Ahora, si que se va. Puede que nunca la vuelva a ver. Compartíamos una afición, el baloncesto. Cuando vaya a un partido y venga un equipo de donde ella vive, la buscaré con la mirada a ver si consigo verla. Me alegraría mucho volver a ver algún día, ojala¡¡. Ahora que va a disponer de más tiempo espero que lea mi humilde blog. Y sabiendo lo que sabe de mi, quizás pueda seguir sirviéndome de ayuda, con algún que otro comentario.

Las lagrimas asoman a mis ojos ya que debo despedirme, y lo haré deseándole mucha salud. Salud para ella y los suyos. Mucha suerte en su nuevo trabajo. Se que la tendrá, se lo merece.

Yo no solo pierdo una doctora de cabecera. También pierdo una psicóloga, además de una amiga. Es mucha pérdida para mi.

Si algún día viene por estas tierras, que sepa que siempre tendrá un lugar donde cobijarse. Mi humilde casa, en la cual tiene las puertas abiertas.

Hasta siempre, Doctora Prado. Se despide de usted el “hipocondríaco” Nes, bueno para usted siempre Andrés.

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