jueves, 4 de agosto de 2011

Ahora


Ahora, es la palabra, el tiempo con el que estoy trabajando.


Alguna gente se encuentra “anclada” en el pasado, yo todo lo contrario. Yo últimamente miro con exceso el futuro. Es un exceso que resulta enfermizo. Pero me cuesta estar con mi mente en el aquí y el ahora. Mi cerebro se adelanta en el tiempo. Piensa y la verdad no es que piense en cosas buenas.


Las circunstancias tampoco me ayudan. Lo veo todo tan negativo, que sufro mucho. Esto mismo me sucedió hace años y me costó apartar el futuro de mi cabeza. Estoy trabajando, pero el ahora me agobia, me asfixia.


Uno se cree por veces que intuye lo que va a pasar. Pueden ser simples casualidades, o no. Mi cabeza me situaba en un hospital y a los pocos días allí estuve.


Dicen que con el tiempo las cosas se olvidan eso espero porque lo que yo tuve la desgracia de ver quiero borrarlo de mi cabeza cuanto antes, pero el “cabrón” de mi cerebro me lo está impidiendo. Quizás es que aún está muy reciente.


La frase, “ven rápido” no sonaba nada bien, así que bajé las escaleras a toda prisa y al abrir la puerta me encontré con la terrible escena.


Jamás en mi vida había visto tal reguero de sangre. Todo estaba inundado de sangre. El pasillo, la cocina y al mirar hacía ella no pude ver de que zona de su cuerpo salía. Ella me dijo que de la pierna y al bajar mi mirada vi una “fuente” chorreando sangre.


Los nervios me atenazaron por un momento y empecé a llorar. Pero al rato ya estaba taponando la herida, llamando al 061 y a mi familia. Mientras la sujetaba, ella se empezaba a quedar inconsciente, vi que se me iba, que se moría en mis manos, y yo allí sufriendo. La situación era mala, muy mala. Más que mala diría trágica.


La ambulancia llegó pronto y al llegar al Centro de Salud la vi tan mal que pensé que eso era el fin. Me puse muy mal, empece a llorar incesantemente, el nerviosismo me atacó muy fuerte. Mis manos y piernas empezaron a temblar y no tuve más remedio que echar mano de un ansiolítico, porque mi sistema nervioso se estaba destrozando.


Todo iba muy rápido. Cuando vi que la sacaban, la vi muy mal. Me dijeron que todo estaba bien. Creo que para tranquilizarme. Se la llevaron en la ambulancia acompañada de una médico y una enfermera, nosotros en el coche para el Hospital a toda prisa.


Por el camino me asolaban las lagrimas y veía todo muy negro. Vi que mi vida estaba apunto de dar un giro importante. Un mal giro, un giro que iba a trastocar todo. Al llegar al Hospital la ambulancia aún no había llegado. Cuando lo hizo y la bajaron vi que estaba algo mejor.


Horas y horas hasta que por fin la doctora que la llevó habló conmigo. Nos íbamos para casa, cuidados, muchos cuidados y curas, muchas curas, eso es lo que me recomendó.


Esa noche no dormí y empecé a arreglar “papeleo” por la mañana temprano. Me pasé el día llorando cada vez que hablaba de lo ocurrido o de su estado. Mi salud que estaba algo tocada, con esta situación se resquebrajó. Solución, echar mano de mis ansiolíticos, que buena falta me hacen.


La situación se estaba estabilizando muy lentamente. Esta tragedia hizo que mi corazón “envejeciese”. Dicen que los disgustos van para el cuerpo y doy fe de ello.


Alguna vez me parece seguir viendo el reguero de sangre por el suelo. Pero no quiero pensar de no haberme encontrado yo en casa la escena que me encontraría al llegar, sería terrible, imborrable.


Se que estar anclado en el pasado no es bueno. Se que estar pensando en el futuro no te deja vivir. Pero también se que el ahora te puede destrozar. Yo voy a intentar con todas mis fuerzas trabajar con el ahora. Porque creo que con eso ya tengo más que suficiente, y lo que tenga que venir, vendrá por si solo.


Fácil me expreso. No tan fácil me va a resultar conseguirlo.







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