jueves, 26 de enero de 2012

Longevidad


Uno siempre bromea diciendo que va a llegar a cumplir muchos años pero es que hay cosas...


Fue en una llamada de las muchas que tengo hecho para pedir cita para ir al médico de cabecera, pero la conversación no fue igual que las otras veces.


Hace tiempo conseguí un número de teléfono en el cual no te cobran, ya que otro, el que sale con la tarjeta sanitaria si te cobran porque es un 900. Antes conversaba con un ser humano, está vez no, está vez lo hice con una voz humana “enlatada” en una máquina.


Solo el empezar ya me “mosqueó”, ya que la voz dijo que si quería ser atendido en castellano dijera castellano o pulsara el número 1. Si deseaba ser atendido el gallego dijera gallego o pulsara el número 2, ya ves. Pulsé el 2 ya que me siento más cómodo y la voz hizo una pregunta que solo por el tono en que fue hecha hizo que me saliese un taco que fue cagarme en su p... madre, acto seguido corté y volví a llamar.


La pregunta que me hizo era que dijese la fecha de nacimiento y puso una como ejemplo, 16 de Noviembre de 1983. Yo di la fecha de nacimiento de mi madre ya que la primera cita era para ella y todo fue bien, no así cuando pedí cita para mí.


Di mí fecha de nacimiento, 2 de Septiembre de 1965, la voz respondió diciendo que confirmase si era correcto 3 de Agosto de 1954, mi respuesta fue con un seco no, y volví a repetirla, 2 de Septiembre de 1965, la voz volvió a pedirme que corroborase si era correcto el 2 de Septiembre de 1907. La primer reacción que se me pasó por la cabeza fue la de tirar el teléfono y romperlo contra el suelo. La segunda volver a cagarme en su p... madre, pero lo que hice fue soltar un enojado noooo¡¡¡. Acto seguido la voz dijo que pulsase no sé que número, yo ante lo indignado, enfadado y nervioso que me encontraba pulsé varios números y en esto salió un ser humano preguntado que es que lo que deseaba.


Le conté lo que me había pasado y él me arregló lo de la cita, una vez que había acabado y tranquilamente me puse a pensar con la conversación que tuve y echando cuentas resulta que la voz me había puesto la friolera edad de 105 años.


Pasé de la risa al enfado al saber lo de mi longevidad. Por qué se cambian las cosas cuando funcionan bien?, no lo entiendo ya que la atención que se prestaba en ese servicio anteriormente era muy eficaz y correcta. Además en una sola llamada pedía las dos citas, pero lo que más me indigna es saber de que manera reacciona una persona mayor ante tal interrogatorio. Yo creo que les resultar muy, pero que muy difícil.


Pero parece ser que de un tiempo a esta parte no es prioridad poner las cosas fáciles a las personas, más bien todo lo contrario, poner más y más obstáculos para así a lo mejor hacer que no den la tabarra.


Pasados unos días hablando con mi farmacéutica nos echamos unas risas al contarle mi anécdota. Pero de nuevo me llevé una sorpresa ya que no fui solo yo el que tuve problemas. La farmacéutica también había llamado al famoso número y le pasó lo mismo que a mí. Ella no suelta tacos de los de mi envergadura, pero alguno más corto si que soltó y me dejó de piedra al decir que una vez dicho el taco la voz respondió diciendo “no diga tacos”, ya ves, todo calculado.

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